Comprar flores para Todos los Santos es una de las tradiciones más ancestrales que se sigue celebrando año tras año. Repasamos, a continuación, el origen de dicha tradición y por qué se recuerda en esta fecha a nuestros fieles difuntos.
El origen de la tradición
Esta fiesta fue pagana en un principio. Los celtas dedicaban el primero de noviembre no solo a celebrar el otoño, sino también a honrar a los difuntos. El conocido "Samhain" era un ritual en el que se pedía a las divinidades cierta bondad de cara al riguroso otoño. Se aprovechaba la ocasión para mantener contentos a los difuntos que empleaban la ocasión para contactar con los vivos.
La civilización romana mantuvo el 1 de noviembre y convirtió el ritual en un homenaje a la diosa Pomona, encargada de proteger la cosecha de inicios del otoño. Durante esta celebración se encendían velas para dar luz a los difuntos.
La era cristiana
Fue en el siglo IX cuando el papa Gregorio IV creó la denominación de Todos los Santos para el primero de noviembre. Curiosamente, esta festividad se celebraba el 13 de mayo, pero se optó por cristianizar una fiesta pagana cambiando la fecha y dedicándosela a los mártires cristianos. En este sentido, conviene recordar que en algunos países se decidió denominar al día 2 de noviembre como "el de los fieles difuntos".
En sendas jornadas es tradicional ir al cementerio a honrar la memoria de los que nos acompañaron en el pasado. Además, la tradición se completa con dulces tradicionales- panellets, huesos de santo y similares- para hacer más llevadero este trance.
Como vemos, las flores para Todos los Santos son el fiel reflejo de una tradición de siglos que, por suerte, podemos seguir celebrando cada año para recordar a los que se fueron de la mejor forma posible.