El carnaval tiene una tradición muy antigua. En y en las comarcas próximas a la ciudad podemos ver una conjunción de colores y música, que sirven de encuentro a diferentes culturas. En mitad de este jolgorio, aparece de manera irremediable la representación de la muerte, como una etapa más del ser humano. Muchas personas eligen para estas fechas disfraces que tienen que ver con ella, de modo que aportan un especial significado a esta festividad.
Los carnavales en Valencia
Valencia nos ofrece cada año un ambiente carnavalesco que invita a mayores y pequeños a participar. Así, la fiesta en Benimaclet se lleva a cabo con la luz del día, orientada a los niños, a los que se les invita una chocolatada. Otro día, por la tarde, los vecinos pueden disfrutar del desfile del Moro Maclet.
En el caso de Ruzafa, durante varios años hemos visto invitados de otros países, con el fin de impregnarnos de la cultura de los distintos pueblos, también con una larga tradición carnavalesca.
Por su parte, el Cabanyal elige cada año una temática distinta, que se representa en su popular desfile, al que está invitado el visitante.
Debemos señalar también el ambiente que se vive en Villar del Arzobispo durante estas épocas. Cabe recalcar el desfile de botargas y su concurso de murgas, además de la Quemá del Chinchoso . Destaca la conmemoración de la muerte en el Entierro de la Morca.
Algunos disfraces representativos de la muerte
Muchas personas eligen durante estas fechas un disfraz representativo de la muerte, mientras que otras esperan al típico entierro de la sardina o al de la Morca para vestir de negro, simulando un evento fúnebre.
No hay duda de que la muerte está muy arraigada a todos nosotros y, a través del carnaval, su aparición nos permite recordar lo que somos, así como la importancia de celebrar a la vida mientras estamos en ella.
Entre los disfraces que hacen mención a la muerte, no podemos evitar recordar los más tradicionales, fáciles de crear con tan solo una sábana. El fantasma ha sido un disfraz muy recurrido, especialmente en los más pequeños. Nos recuerda de modo amable el mundo espiritual, tan recogido en leyendas de castillos medievales.
Tampoco faltan las personificaciones de la temida Parca o las alusiones a épocas tempestuosas y de terribles pestes cuando vemos las máscaras tan estremecedoras de los doctores antiguos, cuyos picos de cuervo asociamos a la misma muerte.
De otra cultura, como la mexicana, hemos adoptado el disfraz de la Catrina que representa, en forma de esqueleto, a una elegante y distinguida señora durante la época del porfiriato, que dejó este mundo.
El carnaval, a pesar de ser festivo, no nos deja de recordar lo frágiles que somos y cómo la muerte forma parte de nosotros.